Esta época vacacional, con más tiempo libre y más horas de desplazamiento en automóvil, también invita a escuchar más la radio, lo que nos permite hablar de la publicidad en este medio clásico que parece no estar de moda y normalmente dejada de la mano de Dios. Sobre todo cuando escuchas la publicidad local de ciertas emisoras de pequeñas ciudades fuera del bloque de publicidad nacional en cadena. Algunas son dignas de figurar en un museo de horrores publicitarios, no cambien el dial aprenderán mucho de sus vecinos..


Aún así me gustaría hablar de dos campañas que sociológicamente definen los temores y deseos de la sociedad española, y que se han estado emitiendo este verano.

La primera es una campaña basada en el miedo. Si habláramos de prensa podríamos catalogar de amarillismo una cuña entre informativa y comercial que narra situaciones de familias en la que un robo les amarga las vacaciones; o bien el vecino les llama para que regresen, o bien dejan el hotel y salen corriendo sin importar los gastos, o involucran a la madre que no ha salido de vacaciones para que se acerque al domicilio…etc. En todos los casos han entrado a robar en el domicilio que se abandono para ir de vacaciones. Y con el dramatismo de las cuñas estoy seguro que más de uno se ha ido con preocupación y ha pasado unas vacaciones regulares. La política del miedo que a algunos partidos les están permitiendo cosechar muchos votos parece que también puede funcionar en publicidad.

Mucho más positivo me parece la campaña de Loterías en la que jóvenes idealistas comienzan con gran ilusión a ejercer su profesión; abogado, panadero, etc. Dispuestos a cumplir con su ideal para terminar reconociendo que lo que quieren de verdad es forrarse, viajar, estar de vacaciones y tener muchos coches. ¡Real como la vida misma! El ser humano tiende al cinismo y la publicidad a lo políticamente incorrecto.

Y si hablamos de campañas políticamente incorrectas, destaca la nueva campaña de Navidul, una continuación de la del año pasado y adaptada al verano con nuestras maravillosas y masificadas playas, y a esos personajes que, aunque parecen caricaturas sacadas de la España de pandereta, son pillos de tribus reales que viven en nuestras costas cumpliendo su mayor ilusión; estar en primera línea de playa, para lo que son capaces de levantarse a seis de la mañana y plantar la sombrilla en el mejor lugar ,y cambiar de principios por “eso que les puede”, ¡un buen jamón de Navidul!. Enhorabuena a McCann, al realizador Daniel Sánchez Arévalo, guionistas, y por supuesto a los responsables del anunciante por hacernos pasar un buen rato vendiéndonos su producto con humor dentro de un anodino bloque de anuncios de verano.

Destacar por último, el lanzamienteo de la nueva campaña de Ikea, también políticamente incorrecta, donde personajes que se aburren soberanamente, no tienen nada mejor que hacer que criticar a sus vecinos o buscar conflictos. La campaña Siempre hay algo nuevo pretende dar un giro en positivo gracias al surtido de novedades de la marca incorpora a sus tiendas para que no se aburran. No está al nivel emotivo de la campaña de “mesas”, pero es divertida y ayuda a pasar el tedio veraniego,

Dixit.